Bernardo Arévalo usa oficina de la ONU para sus actividades
El diputado Bernardo Arévalo dispone de un sector en la oficina que la Organización de Naciones Unidas (ONU), renta hace años en la Torre I de Europlaza, donde los fuertes dispositivos de seguridad que lo acompañan llaman la atención de otros inquilinos. El «favor» de la ONU al ganador del balotaje puede compararse al hospedaje que el hotel Adriatika dio a Jimmy Morales, hecho muy cuestionado en su momento.
Redacción
Existe un doble rasero para medir a los políticos, dependiendo de la perspectiva desde la que se observen sus actos. En cualquier caso, si los hechos se aprecian desde la imparcialidad, es totalmente inadecuado que un organismo internacional que ya ha tenido suficiente intervención en Guatemala, prohije al candidato ganador de la segunda vuelta, en un proceso electoral muy cuestionado.
Especialmente, porque los funcionarios no deben aceptar favores ni prebendas, ya que esta acción puede constituirse en delito de cohecho, y cuando el patrocinio proviene de la ONU, también cabe hablar de injerencia extranjera. Arévalo cuenta con un despacho como diputado, en uno de los edificios donde el Congreso alquila oficinas. A esta oficina, el diputado acude raramente.
En cambio, usa muy seguido el espacio que le otorgó la ONU, donde se le vio (según fotos de sus redes), en videoconferencia con el presidente de la OEA, Diego Almagro.
Bernardo Arévalo, invitado de honor de la ONU
Según una fuente «A-1», que prefiere no ser citada, la administración de Europlaza quedó sorprendida al conocer la identidad del invitado que la ONU les comunicó compartiría un espacio en la oficina que ocupan (aproximadamente 250 metros cuadrados), en la Torre I de ese edificio, donde el metro cuadrado cuesta entre US$9.50 y US$10.90.
Los solicitantes no revelaron la identidad de su «compañero de piso» , asegurando que era «para un proyecto que estaba financiando la Embajada de Suecia». Este dato podría ser agravante, ya que entonces, además de la ONU, la embajada sueca estaría apoyando al ganador del balotaje y diputado en funciones, lo que en cualquier país del mundo es clara injerencia y evidencia el riesgo de que el favor sea cobrado de formas muy poco ortodoxas cuando el beneficiario encabece el Organismo Ejecutivo.
El caso no difiere del uso que Jimmy Morales hizo del hotel Adriátika, exceptuando que en aquella ocasión, el mandatario ganador de la segunda vuelta aceptó un favor de empresarios guatemaltecos, no de un organismo supranacional que más de una vez ha demostrado su injerencia en Guatemala.
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