Beckenbauer, el mito del fútbol alemán que perdió brillo en su otoño
Los alemanes le confirieron el mayor título de dignidad, el de Kaiser -emperador-, y lo llamaron «figura luminosa»: Franz Beckenbauer fue el mayor mito del fútbol germano, un hombre que saboreó el máximo éxito como jugador, técnico y dirigente pero cuya estrella se opacó por el escándalo en torno a la concesión del Mundial de 2006.
Por dpa/EP
«Entra en una sala e inmediatamente todo se ilumina. En mi caso eso no pasaba», dijo una vez su compañero de selección Berti Vogts. El mismo fenómeno lo observó años más tarde el entonces presidente de la Federación Alemana de Fútbol (DFB) Gerhard Mayer-Vorfelder: «La luz que irradia encandila hasta a los periodistas».
Beckenbauer tenía fama de hombre afortunado, al que todo le sale bien. En el campo, este futbolista que le dio un nuevo significado a la posición de líbero mareaba al rival sin despeinarse y marcaba goles con el exterior del pie con una levedad que despertaba la admiración de compañeros y rivales.
«Todos los días quiero copiar algo a Franz en el entrenamiento, pero nunca lo consigo», se quejó un frustrado Hans-Georg «Katsche» Schwarzenbeck, cuya función principal en el Bayern Múnich y la selección era «barrer» a los adversarios para abrir paso al elegante y fino Beckenbauer.
Bávaro de nacimiento, obtuvo un sinnúmero de éxitos con el club de sus amores, el Bayern, con el que ganó tres Copas de Europa, una Recopa de Europa, una Copa Intercontinental y cuatro Bundesligas. Fue jugador, técnico y presidente del club muniqués. También militó en el Hamburgo y en el Cosmos de Nueva York.
A nivel internacional tocó el cielo al conquistar dos Mundiales, uno como jugador y otro como entrenador, un honor que solo alcanzó el brasileño Mario Zagallo. Beckenbauer capitaneó al once germano que alzó la Copa del Mundo en propio suelo en 1974 ante la Holanda de Johan Cruyff y entrenó al equipo que superó a la Argentina de Diego Maradona en la final del Mundial de 1990 en Italia.
Defendió los colores alemanes en 103 partidos y fue nombrado capitán de honor de la «Mannschaft». Fue galardonado además con el Balón de Oro en 1972 y 1976. Como técnico del Bayern se adjudicó un campeonato de Liga en 1994 y una Copa de la UEFA en 1996.
Retirado como entrenador, Beckenbauer destacó en su nueva actividad de dirigente. El germano ocupó un lugar en los círculos más altos del fútbol internacional en la era del suizo Joseph Blatter en la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA).
Fue quien hizo posible y presidió el comité organizador del Mundial de Alemania 2006 y también quien respaldó la concesión del campeonato a Rusia en 2018 y Qatar en 2022 en una votación polémica en 2010.
Su negativa a cooperar con una investigación del comité de ética de la FIFA por irregularidades en la elección de las dos sedes le valió una sanción de 90 días que le impidió festejar en Brasil 2014 el cuarto campeonato de los germanos.
Puso entonces como excusa que le exigían responder en inglés, pero según se desprende del informe encargado al ex fiscal estadounidense Michael Garcia, la razón era que por lo menos los allegados del Kaiser operaban al margen de la legalidad.
La estrella de Beckenbauer comenzó a opacarse cuando en 2015, en el marco del gran escándalo en que quedó sumida la FIFA, salieron a la luz indicios de que Alemania podría haberse asegurado el Mundial de 2006 mediante la compra de votos.
En el centro del «affaire» estaba un dudoso pago de seis millones de francos suizos que salió de una cuenta de Beckenbauer en julio de 2002 y llegó vía Suiza a manos del qatarí Mohamed bin Hammam, un ex dirigente de la FIFA suspendido de por vida por corrupción.
Beckenbauer insistió en que no supo del pago y apuntó a que la cuenta pertenecía también a su representante Robert Schwan. «Robert hacía todo por mí, desde cambiar una bombilla hasta contratos importantes», aseguró.
Un informe independiente encargado por la DFB al bufete internacional de abogados Freshfields no logró hallar pruebas concluyentes de que hubiera habido compra de votos, pero detectó puntos sospechosos como los pagos realizados por Beckenbauer, entonces jefe del comité organizador del Mundial.
Beckenbauer estaba siendo investigado por la Justicia suiza junto con otros ex dirigentes de la DFB por cargos de fraude, malversación de fondos y lavado de dinero en relación con el Mundial de 2006 y fue interrogado por fiscales suizos en marzo de 2017. La causa en Suiza finalmente prescribió.
Las sospechas en torno al Mundial que los alemanes celebraron como un «cuento de verano» salpicaron la imagen hasta entonces impoluta del Kaiser, que en los últimos años se había granjeado reputación como comentarista de televisión y prensa.
No quiso festejar a lo grande su 70 cumpleaños porque un mes antes había fallecido a los 46 años su hijo Stephan, entrenador durante años de la cantera del Bayern Múnich.
Beckenbauer desapareció cada vez más de la escena pública, también a causa de una enfermedad.
Nacido el 11 de septiembre de 1945 en el distrito muniqués de Geising, Bckenbauer se casó tres veces y tuvo cinco hijos. Admitió en alguna ocasión que descuidó a su familia y antes de cumplir los 65 dejó sus cargos para dedicarse a los hijos más pequeños.
Pese al deterioro de su imagen, nadie duda de que el nombre de Beckenbauer ocupará por siempre un lugar destacado en el fútbol alemán y mundial. «Franz Beckenbauer es la mayor suerte que le puede haber tocado al fútbol alemán. No hubo ninguno mejor antes que él y no habrá ninguno mejor después», lo elogió su compañero de seleccionado Günter Netzer.