¿Qué esperar del próximo gobernante de EE.UU?
Depende de quien triunfe en las elecciones, pero no mucho tampoco.
Guatemala y México enfrentan de manera similar las amenazas contra los Estados Unidos. Si bien México no tuvo que lidiar con un enfrentamiento armado, como el guatemalteco para contener la expansión del comunismo; sí padece la violencia de los carteles que se disputan el mercado de las drogas en ese país.
El acatamiento de Latinoamérica hacia los EE. UU, inició con la firma del Tratado Interamericano de Defensa Reciproca (1949), para contrarrestar cualquier amenaza de ultramar (URSS), con lo cual se legitimó el empleo de las bombas lanzadas contra Japón, que dieron fin a la II Guerra Mundial; acción calificada de “Genocidio nuclear” (1945).
Para los países tercermundistas, es difícil dejar de atender o negar su cooperación en favor de los intereses estadounidenses. Guatemala, es un buen ejemplo. Cuando el gobierno declaró su neutralidad en el conflicto centroamericano (1983) inmediatamente sufrió el boicot, anunciado por William Casey, con la amenaza de aumentar “… la ayuda económica para Honduras y Costa Rica, como un incentivo para que apoyasen a la resistencia nicaragüense” (Revista Crónica. Guatemala. 21/10/1989).
Los gobernantes norteamericanos, siempre han actuado según los objetivos nacionales, como debe ser, aún a costa de los intereses de otros países; facilitados por la actitud de algunos gobernantes latinoamericanos, que sustituyeron la lucha anticomunista, por el combate contra la migración y el tráfico de drogas hacia Norteamérica; sin exigir un mejor trato para los migrantes hispanoamericanos.
La verdad, es que el resultado de las próximas elecciones en EE. UU, no cambiará su política exterior, quizás la exigencia de cooperación para algunos países sea más comedida, mientras que a otros les será impuesta; particularmente si triunfa Trump.
La última reflexión sirve de introducción para compartir un artículo publicado hace veinticuatro años, en elPeriodico con el título “Estados Unidos puede…guatemala debe” (21/XI/2000), cuando gobernaba el país Alfonso Portillo, el cual comparto a continuación, consciente de la opinión expresada en esa particular coyuntura, que hoy continúa:
“Desde que se conoció el pliego de requisitos impuestos por los UU. UU, al gobierno de Guatemala, previo a que el Presidente Clinton le conceda una entrevista a «nuestro presidente»; se han escuchado distintas opiniones.
Quienes están acostumbrados a correr a contarle al Tío Sam sus penas, sé han congratulado y hasta se sienten orgullosos; hasta se acreditan la posición asumida por el gobernante norteamericano.
El poder militar y económico más el control sobre organismos como la ONU y la OEA, le permiten a los Estados Unidos dejar de lado compromisos adquiridos en convenios internacionales: «Todo Estado tiene derecho a elegir, sin injerencias externas, su sistema político, económico y social, y a organizarse en la forma que mas le convenga, y tiene el DEBER DE NO INTERVENIR EN LOS ASUNTOS DE OTRO ESTADO» (Carta de la organización de los Estados Americanos. Capítulo II, Principios. Articulo e).
El Estado guatemalteco, debe de asumir una posición digna y no dar explicaciones, acerca del que hacer político interno; por supuesto que debe tomar en cuenta, aquellas peticiones de la sociedad civil enmarcadas dentro de la ley, porque tampoco sé puede violentar el Estado de Derecho, para satisfacer intereses de algunos grupos, aparentemente representantes del «pueblo».
Pensando un poco en la canción del señor Ricardo Arjona «Si el Norte fuera el Sur» me pregunto, ¿Qué sucedería si Guatemala, condicionara sus relaciones futuras con los Estados Unidos? Previo al cumplimiento de los siguientes requerimientos: 1. Que pida perdón por el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki; 2. Que lleve a cabo el resarcimiento a los descendientes de las tribus Apaches, Siux, Pies Descalzos, Cheroquis etcétera; 3. Que repitan las últimas elecciones presidenciales, por las irregularidades denunciadas; 4. Que se comprometa a firmar su adhesión al Tribunal Penal Internacional; 5. Que ponga a disposición de los tribunales Internacionales de justicia, a los militares norteamericanos que por error mataron a población civil en Kosovo; 6. Que pague al gobierno guatemalteco el 40% del valor de la droga capturada por autoridades de nuestro país a partir de 1990, cuyo destino final era la sociedad norteamericana y 7. Que a partir de la presente fecha, se tome nota de que los ciudadanos norteamericanos, tendrán que tramitar la visa para ingresar a nuestro país en los consulados establecidos en la unión americana, y no en los aeropuerto, puertos fluviales o marítimos situados en territorio guatemalteco.
El comentario anterior, tiene la intención de rescatar en el papel un poco la dignidad nacional. Lo cierto es que una visita oficial del presidente Portillo, para reunirse con el presidente Clinton[1], quien ya está por abandonar la presidencia, es innecesaria. Esperemos que asuma el nuevo presidente norteamericano. ¡Tranquilo presidente Portillo, todavía quedan tres años por delante!” justo el mismo tiempo que le que al presidente Bernardo Arévalo… suerte, sea quien triunfe.
[1] 20 de enero de 1993 hasta el 20 de enero de 2001