Arévalo y Jiménez: Renuncia a medias y la sombra de la Embajada
Arévalo calla, Jiménez se queda y la «evasión» de 20 pandilleros parece un gana gana para la actual administración. En este juego de renuncias a medias y responsabilidades diluidas, la pregunta persiste: ¿quién manda realmente en el Ministerio de Gobernación?
Redacción
El miércoles, el presidente Bernardo Arévalo finalmente anunció la renuncia del ministro de Gobernación, Francisco Jiménez, tras días de silencio frente a una crisis que dejó en evidencia la falta de control en las cárceles. Pero lo que parecía una decisión firme terminó revelando una nueva muestra de ambigüedad política y dependencia externa.
A menos de 24 horas del anuncio, Jiménez publicó en su cuenta de X que continuará en el cargo “hasta que sea nombrado y tome posesión el nuevo ministro o ministra”, asegurando que el presidente aceptó su renuncia, pero que mientras tanto seguirá dirigiendo el ministerio “conforme a la ley”. En sus propias palabras, está conduciendo “un proceso de transición ordenado y transparente”.

En redes sociales, usuarios y sectores ciudadanos que esperaban una destitución inmediata calificaron la maniobra como una burla. “Renuncia que no es renuncia”, escribieron varios usuarios, cuestionando el aparente pacto de continuidad.
Sin embargo, las declaraciones del viceministro José Portillo revelaron la supuesta destitución de asesores por orden de la Embajada de Estados Unidos. Las declaraciones de Portillo confirmaron de manera indirecta la injerencia de ese poder extranjero dentro del Ministerio de Gobernación.
A ello se suma que el propio gobierno reconoció la participación de agencias de seguridad estadounidenses en la búsqueda y “evaluación” de la fuga de reos de alta peligrosidad o “evasión”, como insisten en llamarla. Pero surge la pregunta inevitable: ¿acaso no corresponde al Ministerio Público dirigir las investigaciones? ¿Por qué la Embajada parece acaparar el proceso, incluso en funciones que competen a las autoridades nacionales?
Mientras Jiménez asegura que los operativos de la PNC “se mantienen sin pausa”, el descontento hacia el gobierno de Arévalo crece. La renuncia sin salida y el silencio prolongado del mandatario no solo muestran indecisión, sino un poder que se sabe blindado: por el discurso, por la narrativa del orden… y, según muchos señalan, por el manto protector de la Embajada.