Arévalo: una sarta de decisiones disparatadas y contradictorias
La falta de rumbo de la administración actual se evidencia en múltiples hechos, que van desde detalles como la desafortunada declaración del ministro Francisco Jiménez, atribuyendo el éxito de un operativo de guardias privados a la policía nacional, hasta errores mayúsculos, como la orden de Bernardo Arévalo a su canciller, Carlos Martínez, que votara en la Organización de Naciones Unidas (ONU), a favor de que se avance en la participación plena de Palestina ante ese organismo internacional.
La votación alborotó el hormiguero en Guatemala, donde la simpatía por el estado de Israel es evidente, especialmente entre grupos religiosos protestantes, que demostraron su repudio en una caminata a la que asistieron casi ocho mil personas. Además, la Comunidad Judía de Guatemala expresó su molestia ante lo que considera una actitud poco leal con el legado de Juan José Arévalo, quien sentó las bases para la sólida relación entre ambos países, desde finales de los años cuarenta.
El gobierno intentó exculparse en un comunicado donde recuerda el reconocimiento guatemalteco a Palestina desde 2013 y expone que «para lograr la paz, las relaciones pacíficas son fundamentales». Sin embargo, «el daño ya estaba hecho» y la imagen de Arévalo ante los cristianos conservadores, que son inmensa mayoría en el país, es la de un aliado del grupo terrorista Hamás.
La semana pasada también se oficializó el ínfimo descuento salarial de Arévalo, quien recortó sus gastos de representación al interior (como arrancarle un pelo a un gato). Más le hubiera valido no dar a conocer la reducción, que lejos de admiración, podrá ser motivo de burlas y mayor desagrado. Al mismo tiempo, no se redujo el sueldo a otros funcionarios y pasaron varios meses sin que se haga público el estado patrimonial de Arévalo y miembros del gabinete, como había prometido.
Sumado a lo anterior, el intento de promover la destitución de Consuelo Porras permanece como prioritario para el gobierno, que concede poca o nula atención a problemas de fondo que podrían derivar en conflictividad social no vista desde hace décadas. Por ejemplo, la violencia en escalada que es imposible negar y el insultante incremento de la canasta básica, que podría sumir en la miseria a grandes sectores de la población.
Esto, amén de los problemas estructurales como educación, salud, infraestructura y vivienda, que desde hace décadas se dan «por perdidos» y con los cuales la mayoría ya aprendió a convivir.
Absurdo e ilógico es que el principal obstáculo para el gobernante sea la permanencia (constitucional), de la fiscal general en su cargo, donde además de investigar la inscripción anómala de Semilla, la compra sobrevalorada del TREP y las irregularidades de las elecciones, atiende cerca de 50 denuncias por minuto, desde violencia intrafamiliar a tráfico de drogas y crimen transnacional.
Está visto que en el Congreso se desmoronó la alianza oficialista, pero además, son evidentes los indicios sobre discrepancias internas en el Ejecutivo, que lejos de buscar una ruta de acción para impulsar políticas públicas y comenzar a gobernar a todos los guatemaltecos, sigue en una actitud de organización en campaña, con un tono a veces moderado y llamando a la paz, a veces fuertemente confrontativo.
Vientos de fracaso estrepitoso soplan para el gobierno de Guatemala, donde incluso los aliados de «choque» como los grupos indígenas y estudiantiles, demuestran la pérdida de capacidad operativa con declaraciones amenazantes, por ejemplo la del líder que dijo «vamos a cercar la capital», y al mismo tiempo, pronunciamientos victimistas, como el reciente de Sergio Morataya, quien en redes se lamentó de que la desestimación de cargos en su contra por la toma ilegal de la USAC quedó sin efecto.
Arévalo está en una coyuntura sumamente complicada a la que lo llevaron el populismo y la subordinación a poderes supra nacionales. Veremos en los próximos días cómo logra salir del pantano al que se encaminó alegremente, con declaraciones y decisiones que se contradicen constantemente.