Arévalo: «¿No les estoy diciendo que ya lo hice?»
Impaciencia e irascibilidad son las palabras que sintetizan la respuesta dada por Bernardo Arévalo a un periodista que le preguntó dos veces si pedirá la renuncia de Consuelo Porras. Aunque hasta el momento no hay una comunicación formal y por escrito pidiendo la renuncia, y tampoco se la pidió esta mañana, Arévalo, con rostro descompuesto y un tono de voz agresivo aseguró que ya pidió la renuncia a Porras.
Redacción
Cuando un funcionario está rodeado por una corte de aduladores, probablemente caiga en la trampa de creerse una especie de monarca absoluto, cuyo poder desciende del mismísimo cielo y cuyas decisiones no pueden ser cuestionadas.
El culto incipiente a la persona de Arévalo es evidente y muchos medios de comunicación no están exentos de referirse al ex diputado que hace un año era prácticamente desconocido, con reverencia y sumisión evidentes. Probablemente, porque más de un medio tiende hacia el globalismo y es un hecho que algunos, hasta comparten financistas con el partido suspendido Semilla.
Hoy, Arévalo demostró improvisación cuando trató de iniciar un Consejo de Ministros luego de que Consuelo Porras se presentara a la reunión con él, y minutos después, mostró debilidad cuando la funcionaria le indicó que ella no podía estar en el Consejo por ley, e intentó cambiar el rumbo, convocando a reunión de gabinete.
Según Porras, ella optó por retirarse para cumplir las leyes. Arévalo por su parte, asegura que la ley lo faculta para llevar a Porras a cualquier reunión que él escoja. La realidad es que la fiscal se retiró, dejando a un grupo de ministros con rostros de agotamiento y, tal como sucede en el Congreso, luego de «mucho ruido y pocas nueces», ya que la famosa reunión de gabinete concluyó con una conferencia de prensa donde varios periodistas trataron a Arévalo como si fuera el mismísimo Papa o el Zar de Rusia, mientras el atrevido que osó preguntar si ya había pedido la renuncia a Porras, recibió una respuesta irascible y agresiva, que se complementó con el rostro descompuesto y la sonrisa crispada del ex diputado.
Según Arévalo, está pensando en las medidas legales que tomará como respuesta a la salida abrupta de Porras, aunque también dijo que él le pidió retirarse. Empero, aunque tomara medidas legales contra la fiscal por salir de la reunión (¿o por acatar su orden de que saliera?), ya demostró dos características que un gobernante no debe evidenciar jamás.
En chats ya corren rumores sobre la intención de imponer algún estado de excepción para reprimir a cualquier opositor político, con aval de la embajada que patrocina al Estado y de la aplanadora oficialista en la que convergen ex guerrilleros, «pacto de corruptos» y el grupo de Semilla (independiente),
Y aunque así fuera, Arévalo cada día demuestra poco carácter, lo que para un jefe de Estado es fatal, y si a esta emotividad se suma la improvisación y el retardo en tomar acciones de Estado prontas y efectivas, es probable que sus admiradores más fieles pronto se decepcionarán, tal como suele pasar casi en cada administración con el cambio de gobierno.