Arévalo: la última y más desafortunada de sus contradicciones (que aumenta la decepción entre sus simpatizantes)
Aunque mucho se habla de las irregularidades en la primera elección del 25 de junio, es indiscutible que en la segunda vuelta, ganó el voto de rechazo a Sandra Torres, favoreciendo a Semilla.
Es imposible negar que Semilla tiene (o tuvo) un público cautivo que, al inicio de las protestas derivadas en bloqueos ilegales, le dio incondicional apoyo a Bernardo Arévalo, el hombre que enarboló la bandera de la Revolución de Octubre y el recuerdo de su padre Juan José Arévalo, como su mejor argumento ante grupos de clase media citadina nostálgica del régimen arevalista. Porque los datos no mienten y en muchas localidades del interior (incluyendo Totonicapán y Sololá), Semilla tuvo desventaja en los resultados.
Sin embargo, el aval se diluye poco a poco. Por ejemplo, ya no se ha visto a los combativos catedráticos y estudiantes de la Universidad Rafael Landívar clamando por la revolución y los grupos campesinos e indígenas, no solo son cada vez más tibios en sus protestas, sino comienzan una ruda batalla entre ellos, como se evidenció en el discurso de una líder indígena escuintleca quien además de arremeter contra el sector privado organizado, criticó a Luis Pacheco, presidente de los 48 Cantones.
El último error táctico, y probablemente la más desafortunada de las contradicciones públicas de Arévalo, fue la muy promocionada reunión con Ricardo Quiñonez, alcalde capitalino reelecto.
Es indiscutible que el mandatario en turno debe coordinar acciones con todos los alcaldes, una vez electo a partir del 14 de enero próximo. Aparentemente, Arévalo se precipitó en exhibir su buena relación con Ricardo Quiñonez, figura muy rechazada tanto por la juventud semillera, como por los grupos campesinos que avalan a Semilla.
Horas después de la primera vuelta, Ninotchka Matute, candidata a Concejal por Semilla, denunció fuertemente el presunto fraude que habría ubicado a Quiñonez en la Municipalidad. Es obligatorio recordar que el alcalde fue postulado por el Partido Unionista (PU), que este año participó en la coalición que tuvo como candidata a Zury Ríos, quien encarna todo lo que los simpatizantes de Semilla rechazan.
La reunión entre ambos electos, además de muy adelantada, fue sorpresiva. Pero más sorpresiva fue la actitud de la concejal Matute, luego de sus denuncias contra la corrupción municipal, el fraude municipal y la alianza VAMOS-PU.
La guinda del pastel fue la oferta del metro subterráneo, prometida desde 2017 por la Municipalidad capitalina, y que jamás se ha realizado, como probablemente tampoco ahora se pueda ejecutar. Para principiar, el proyecto del metro urbano no está contemplado en el Presupuesto General de la Nación, lo que haría inviable que en el primer año de gobierno puedan avanzar siquiera en los estudios previos (a menos que logren una precipitada ampliación presupuestaria, casi imposible considerando la debilidad que Semilla y el PU tendrán en el Congreso).
Aparentemente, el metro es una propuesta demagógica realizada por una alcaldía que ni siquiera puede dotar de agua potable a los capitalinos (el agua entubada, escasa, no es potable). Sumado a la tercermundista carencia de agua, el cableado eléctrico aéreo es una vergüenza, los colectores no reciben mantenimiento y ya hubo más de un trágico hundimiento, el manejo de los desechos está entre los peores del mundo, y el país se quedó sin transporte público, exceptuando al municipal Transmetro (negocio millonario) y a algunas líneas del Transurbano (negocio de la UNE).
Ante una gestión municipal tan desastrosa, la oferta del metro parece una burla. Pero más burla parece la adhesión de Arévalo a esta promesa demagógica, ya que con esta acción toma distancia ideológica de sus simpatizantes y entra en una franca alianza con el partido que postuló a Zury Ríos a la presidencia.