Arévalo, el veleidoso
La acción de peculado por uso trasciende la destitución de la ex titular del Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (MARN), María José Iturbide, y obliga a Bernardo Arévalo y su flamante «zar anticorrupción» a interponer una denuncia penal por el mal uso de recursos estatales, con un cinismo poco antes visto y semanas después de que el gobierno «primaveral» asumiera entre bombos y platillos, clamando contra la corrupción.
Empero, la denuncia tuvo que ser presentada por el diputado Cristian Álvarez, ya que el gobierno y su comisión contra la corrupción, eligieron destituir y callar.
La reacción inicial de Arévalo ante el escándalo de corrupción protagonizado por la funcionaria fue la de un jerarca, autócrata o «padre bondadoso». Cual director de escuela, se limitó a un leve regaño contra la transgresora, a quien instó a «no repetir» la acción. En este caso, «prestar» vehículos, gasolina y conductores pagados por el Estado a su hija, una influencer muy poco conocida que empleaba los vehículos para su solaz, tal como exhibió en sus redes.
Aparentemente, Arévalo fue presionado por su vicepresidente Karin Herrera para destituir a la funcionaria, en medio de una supuesta disputa interna en el gobierno, que tal como el grupo de diputados independientes en el Congreso, parece dividido.
Victimizarse es una moda bastante bien acogida y el rápido recurso de la ex funcionaria fue asegurar que su hija estaba siendo «amenazada». El intento de salir airosa del escándalo fue bastante desafortunado y exhibió la total ignorancia sobre las funciones institucionales, ya que cuando un ministro o su familia recibe amenazas, tiene a sus órdenes no solo al Ministerio Público y la Policía Nacional Civil, sino la Secretaría de Asuntos Administrativos y de Seguridad (SAAS), tiene obligación de prestarles seguridad, si las amenazas fueran reales.
Sumado a esta demostración de desconocimiento, el comisionado contra la corrupción, Santiago Palomo, aportó su granito de arena, cuando ofreció que incluirían el tema en el «Código de Ética» que pretenden crear, desconociendo (por ignorancia o deliberadamente), que la Oficina Nacional del Servicio Civil (ONSEC), regula todo lo relativo al comportamiento ético de los empleados públicos.
Arévalo insiste en exigir que se esclarezca la corrupción, pero hubo renuencia de su parte para incluir a Pedro Brolo entre los implicados en el caso de las vacunas rusas. Se dice que Brolo es pariente del «zar Palomo» y fue hasta hoy que el Ministro de Salud sugirió que también podría incluirse al ex funcionario.
Voluble es poco para los vaivenes de Arévalo. Cambió drásticamente el rumbo en el abordaje a la corrupción de Iturbide, pero los altos salarios estatales permanecen incólumes, así como las declaraciones patrimoniales de los electos y nombrados, comenzando por Arévalo, pasaron a ser «documentos clasificados» que seguramente nadie llegará a conocer, menos la Contraloría General de Cuentas que no cumple con exigir la ley, ya que todo funcionario para asumir debe presentar dicha declaración. Esto impedirá saber dentro de cuatro años, si hubo enriquecimiento ilícito.
Al momento, la inmensa mayoría de las demagógicas promesas (que llamó compromisos), para antes de los 100 días, no fueron ni serán cumplidas: lejos del acceso a «medicina barata», el San Juan de Dios está colapsado y es una de tantas vergüenzas nacionales. El aeropuerto es otro indicador del deterioro, mientras a estas alturas, Arévalo no ha nombrado a muchos gobernadores.
Entretanto, la violencia y criminalidad llegan a extremos, ya que además de la «violencia normal» a la que Guatemala está aclimatada, se producen atentados contra funcionarios y políticos electos, como el alcalde y la fiscal del MP. Simultáneamente, la colonia Bethania honra los señalamientos del diputado Rodríguez, cuando criminales del lugar disputaban territorio para la distribución de droga. Obligado es aclarar que en esa colonia residen muchos guatemaltecos de bien, pero es imposible negar que en el área campea la delincuencia.
Para sumar inestabilidad a los vaivenes de la gestión pública, ya se habla de que el «zar Palomo» habría pedido destituciones de otros ministros, entre ellos Francisco Jiménez, de Gobernación. Cambios drásticos, incrementos de precios, violencia en escalada y funcionarios corruptos son temas cotidianos, mientras el mandatario mantiene su estilo de vida viajando constantemente.
Si viviéramos en aquellos tiempos en que reyes y emperadores recibían apelativos como «el sanguinario, el piadoso o el sabio», seguramente este sería Arévalo, el veleidoso.