Arévalo cierra el año reforzando su campaña contra el MP y la Fiscal General
Tras meses de confrontación y constantes intentos por remover a Porras, el mandatario parece haber fracasado en su cruzada, consolidando así su imagen de derrota frente a las instituciones que cuestiona.
Redacción
En uno de sus últimos actos públicos, el presidente Bernardo Arévalo volvió a dirigir sus ataques contra el Ministerio Público (MP) y la fiscal general Consuelo Porras, a quienes ha etiquetado insistentemente como los «enemigos» de su administración. Sin embargo, los discursos incendiarios y los múltiples intentos fallidos por destituir a Porras, han mostrado la incapacidad evidente de Arévalo para consolidar su «lucha», dejando a su gobierno atrapado en una narrativa desgastada y sin resultados concretos.
Mientras el presidente mantiene su foco en esta confrontación, el país enfrenta una crisis económica agudizada, con un panorama de infraestructura colapsada que incluye carreteras intransitables, puertos saturados y un aeropuerto que opera con severas deficiencias. La falta de soluciones tangibles para estos problemas prioritarios resalta la desconexión entre las prioridades del Ejecutivo y las urgencias nacionales, cuestionando la capacidad de Arévalo para liderar en medio de un creciente descontento ciudadano.
Un año perdido en la confrontación
Desde su llegada al poder, Arévalo ha mantenido una narrativa constante sobre la persecución política en su contra, describiendo a su gobierno como asediado por «enemigos del cambio».
Esta estrategia, ampliamente respaldada por una campaña mediática, responsabiliza al MP de presuntas acciones en contra de su gestión. Sin embargo, la cancelación definitiva de Movimiento Semilla y casos como el de Ligia Hernández, quien se declaró culpable de delitos electorales, han puesto en evidencia las grietas dentro del partido oficialista.
La presión por resolver los problemas internos de su gobierno se intensifica, mientras la estrategia de confrontación con el MP parece, al menos hasta ahora, insuficiente para revertir su desgaste político.