Amézquita, admirador del peor dictador hispanoamericano, a cargo de los derechos humanos en la presidencia

Rápidamente, Bernardo Arévalo nombró sucesor para dirigir la Comisión Presidencial de Derechos Humanos (COPADEH). Según redes, el nuevo director es Carlos Amézquita, un sociólogo que trabajó en el informe de la Comisión de Esclarecimiento Histórico (CEH) y habla de la dictadura cubana como «un sueño de transformación».

Redacción

Carlos Amézquita es sociólogo con maestría en Ayuda Humanitaria. por la jesuítica Universidad de Deusto. Integró los dos equipos de «esclarecimiento histórico» que entregaron informes parcializados sobre el enfrentamiento armado: el REMHI, de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala y el de la Comisión de Esclarecimiento Histórico (CEH), coordinado por los comisionados Christian Tomuschat, de la ONU, y los nacionales Alfredo Balsells Tojo y Otilia Lux de Cotí, todos afines a la izquierda.

Amézquita fue jefe adjunto de la Misión del Comité Internacional de la Cruz Roja y responsable del programa de desaparecidos en esa entidad. Además, se especializó en «verdad, memoria, justicia transicional a nivel LATAM y procesos participativos de diálogos para la paz», según la hoja de vida en la página de COPADEH.

Toda esa experiencia con temas de derechos humanos, no impiden que el nuevo director de COPADEH se declare ferviente admirador del difunto dictador Fidel Castro, y califique al régimen cubano como «un sueño que daba muchas luces a nuestros pueblos».

En un video que circula en redes, el funcionario expresa emotivamente su admiración a las «brigadas médicas cubanas», un tipo de contrato laboral semejante al esclavismo que además de recolectar algunos dólares, permite al régimen del impresentable Díaz-Canel enviar quintas columnas de espías cubanos a los países donde quieren establecer áreas de influencia.

Un castrista en el gobierno, y más aún, a cargo de derechos humanos, parece otro de tantos disparates cometidos por el gobierno, que tiene demasiados indicadores para suponer que su intención es desbaratar la institucionalidad guatemalteca y llevar al país hacia la ruina económica, tal como ya sucedió en Cuba, vergüenza internacional por sus violaciones contra los derechos humanos admirada por los políticos de la izquierda guatemalteca.

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