Agenda 2030: ¿Qué esconde?
La Agenda 2030 se perfila como un plan de la ONU para promover el “desarrollo sostenible”. Sin embargo, en los últimos años los acuerdos han generado debate por las descabelladas soluciones y las consecuencias imprevisibles para los individuos y los países a nivel político, ambiental, social y económico.
Redacción
A través de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la Agenda 2030 busca transformar el rumbo de la humanidad por medio de una serie de programas y políticas financiadas por la propia ONU y sus agencias. Además, muchos países comprometidos con la Agenda promueven las políticas a través de sus entidades públicas y privadas como empresas, universidades o Gobiernos municipales y regionales.
Los acuerdos que sustentan la Agenda buscan promover la igualdad e identidad de las personas, el bienestar del planeta y la prosperidad. También dice fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia. Sin embargo, las dudas sobre los métodos para lograrlo son cada vez mayores.
Uno de los temas polémicos es la descarbonización, uno de los mayores desafíos del mundo, así como la erradicación de la pobreza y el desarrollo sostenible.
Entre los principales cuestionamientos, se encuentran las políticas en contra de la libertad que ha sido mermada por una serie de estrategias intransigentes. Aunque, los defensores de la Agenda se refieren a la necesidad de un “compromiso común y universal”.
Un plan finamente orquestado
Para quienes se atreven a cuestionar esta agenda, señalan que se trata de un plan orquestado hace muchos años, antes de su aprobación en 2015. Naciones Unidas había dado algunas luces en múltiples conferencias como: las conferencias de Dacca (1964), Bucarest (1974), El Cairo (1994), Pekín (1995), Río de Janeiro (Cumbre de la Tierra para la vida sostenible, 1992). Asimismo, la La Carta de la Tierra, en la que Mijaíl Gorbachov expresó la necesidad de la nueva moral atea y del nuevo concepto antropológico del hombre, 1997.
Llama la atención que muchas de estas conferencias fueron financiadas por la Fundación Rockefeller, con el apoyo de la multinacional del aborto Planned Parenthood, y bajo la protección de la ONU.
Las alarmas se encendieron cuando las políticas y estrategias afines a la Agenda empezaron a promover el control de la natalidad, alterar la familia e impulsar la igualdad de género y el aborto (especialmente en poblaciones pobres).
La idea de reducir la población, es sin dudas el centro de la gesta de la Agenda 2030, así lo consideran analistas de todo el mundo. Bajo el pretexto del medio ambiente, se esconden claros objetivos como: promover el aborto, la ideología de género y la eutanasia, son los que saltan a la vista.
Las alertas sobre las imposiciones globales han sido detractadas y descalificadas como teorías paranoides o conspiracioncitas. Sin embargo, los nuevos principios enmarcados en los ODS, han empezado a revelar efectos nefastos, en sociedades europeas, especialmente en las generaciones jóvenes.
Debido a los principios que dice defender la Agenda, la mayoría o casi nadie se atreve a cuestionar los principios, en especial por la extraordinaria propaganda a su favor.
Un nuevo lenguaje
Otro elemento que marca el éxito de la Agenda 2030 es el lenguaje cuidadosamente pensado con frases, ambiguas que rescatan luchas sociales como los derechos de la mujer, empoderamiento, sociedades inclusivas, pueblos equitativos, seres inclusivos, salud sexual y reproductiva, tolerante, Madre Tierra, cambio climático. Aunque, ninguno de los ODS menciona las palabras: padre, madre, familia.
Otro elemento clave de la Agenda es la promoción desde la escuela, que busca promover en los niños y jóvenes temas como: la igualdad de género, la cultura de paz, la ciudadanía mundial, el aborto, el desarrollo sostenible, entre otros.