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A 54 años del Cessna A 37B: Un legado que trascendió fronteras

16 de junio de 2025/en 24/7, Tiempo Libre, Vida/por redaccion247prensadigital@gmail.com

Hace 54 años, un silencioso pero contundente giro marcó el rumbo de la aviación militar guatemalteca. La llegada de los jets Cessna A‑37B Dragonfly, el 16 de junio de 1971, no solo representó la incorporación de una nueva aeronave, sino la entrada formal de Guatemala al modelo de guerra aérea contrainsurgente promovido por Estados Unidos en América Latina.

Redacción

Procedentes de la base aérea Kelly AFB, en Texas, cuatro A‑37B aterrizaron en suelo guatemalteco vía México con tripulación estadounidense. La ceremonia de recepción, que incluyó también la llegada de un C‑47 con ocho mecánicos de la USAF a las 18:07 horas, fue encabezada por el comandante Luis Federico Fuentes Corado (1970–1974) y el presidente de la República. Aquel día comenzó una nueva etapa operativa para la Fuerza Aérea Guatemalteca.

Los A‑37B llegaban con características poco comunes: entre ellas, sondas de reabastecimiento aéreo —un dato que ha permanecido casi desapercibido en registros locales y que evidencia su configuración inicial como plataforma avanzada de combate. El esquema de pintura original también respondía al estándar militar norteamericano.

De entrenadores a jets de combate

El origen del A‑37 se remonta a la Guerra de Vietnam. La Fuerza Aérea de EE.UU. requería una aeronave capaz de realizar misiones de contrainsurgencia (COIN) con bajo costo, gran maniobrabilidad y capacidad de operar desde pistas cortas. Así, el avión de entrenamiento T‑37 fue transformado en una plataforma de ataque con nuevos motores, blindaje, depósitos de combustible ampliados y puntos duros para bombas y cohetes.

El modelo A‑37B, derivado directo del A‑37A probado en combate, fue producido entre 1967 y 1975. Su sencillez operativa y mantenimiento lo convirtieron en la opción ideal para fuerzas aéreas de países aliados en conflictos de baja intensidad.

Formación y tragedia

Antes de que los jets pudieran ser operados por pilotos guatemaltecos, una delegación fue enviada a Howard AFB, Panamá, para entrenamiento especializado. Entre ellos estaban el Teniente Coronel Danilo Eugenio Henry Sánchez, el Mayor Guillermo Puente Ortiz, el Mayor Jorge Luis Monzón Juárez y el Mayor Jorge Mario Morales Montiel.

Pero la promesa tecnológica trajo consigo un costo temprano. El 26 de junio de 1971, apenas diez días después de su arribo, el A‑37B No. 412 se estrelló, causando la muerte del Tte. Cnel. Henry Sánchez. El accidente no solo conmocionó a la institución, sino que dejó abiertas interrogantes sobre las condiciones de vuelo, mantenimiento y adaptación al terreno guatemalteco.

Una defensa silenciosa

Durante las décadas de 1970 a 1990, el A‑37B se convirtió en una pieza clave en la estrategia aérea contrainsurgente del Estado. En pleno conflicto armado, los jets fueron empleados para patrullajes en zonas rurales, ataques de precisión y operaciones nocturnas. Más adelante, con el cambio de enfoque estratégico, participaron en misiones de interdicción aérea contra el narcotráfico.

En total, Guatemala recibió 13 aeronaves, numeradas entre FAG‑432 y FAG‑448, todas con números de serie originarios de los lotes fabricados por Cessna en Wichita, Kansas.  

Un legado que trasciende

El A‑37B no solo marcó el inicio de una doctrina aérea moderna en Guatemala, sino que definió durante décadas el rostro de su poder aéreo. Su durabilidad permitió que se mantuviera en servicio activo hasta inicios del siglo XXI, cuando gradualmente fueron retirados del inventario.

Más que una adquisición tecnológica, el A‑37B fue una señal geopolítica: Guatemala alineaba su aparato militar con los intereses hemisféricos de Washington en plena Guerra Fría, replicando en su territorio el modelo de guerra aérea ligera y flexible que Estados Unidos promovía en todo el continente.

A más de medio siglo de su llegada, el A‑37B sobrevive en la memoria de quienes lo pilotaron, lo repararon o lo vieron cruzar el cielo en tiempos turbulentos. Su legado, como el rugido de sus motores, aún resuena en la historia militar de Guatemala.

Etiquetas: Cessna A‑37B Dragonfly, Fuerza Aérea
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