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Julio Valdez

Julio Valdez

Marta Elena Casaús y Berta Zapeta: el racismo bueno de izquierda

15 de julio de 2025/en Opinión/por Julio Valdez

Por Julio Abdel Aziz Valdez

Nunca se le ocurriría a un buen izquierdista local señalar a una funcionaria del gobierno de izquierda, que, en medio de una interpelación en el Congreso, pronuncia un discurso en k´iche´, a pesar de que con ese acto pasó llevando entre sus pies, alegóricamente hablando, a la mayoría de la población no solo de Guatemala sino del departamento al cual ella dirigió sus palabras, Sololá.

Pero ¿podría ser racista un indígena de izquierda? Para esta tendencia ideológica aquellos son por definición son puros, según aludieron las defensas oficiosas de activistas voluntarios y, de los ya conocidos troles en las redes.

Las casualidades nunca dejan de ser sorpresivas en Guatemala, a pesar de que el detalle por lo regular sale siempre desapercibido, la muy afamada Doctora Marta Elena Casaús Arzú, que por cierto no puede ocultar su linaje, forma parte de las invitadas de lujo de la FILGUA 2025, para hablar de sus obras que se han convertido en lecturas obligadas para fundamentar que la sociedad guatemalteca es “racista hasta la médula”.

En fin, la doctora que es la adalid intelectual de la izquierda, saltó a la fama por señalar a su propia casta, a sus familiares y amigos (ignoro se si seguirán siéndolo ahora) al demostrar que aquellos respiraban y pensaban como racistas. En más de una entrevista del periódico digital Plaza Pública mostraba cómo de pequeña le inoculaban el veneno del racismo.

Ahora, para los que no se mueven en las aguas profundas y algo nebulosas de la intelectualidad de izquierda en Guatemala déjenme ponerles en contexto, porque aparentemente ambas personas no tienen conexión.

De un lado está la funcionaria, quien demostró más discurso esencialista que habilidades administrativas. Por otro lado, está la intelectual de élite, quien alimenta dicho discurso esencialista. La paradoja es que ambas mujeres que están interconectadas ideológicamente, están es esferas diferentes de vida, pero eso, para la renovada izquierda no importa en tanto el discurso funcione. Así es, porque al indígena hay que conectarlo con tres supuestos, a saber:

  1. El indígena como ser colectivo, o sea, concebible solo como representante de todos los indígenas. De ahí por qué, en los flamantes videos del medio que mencionábamos antes, no acusaban a la funcionaria como racista contra los otros indígenas que no hablaban su idioma. Para estos racistas, el indígena es uno con todos, las diferencias no importan. A menos que este indígena no cuestione al indigenismo de izquierda.
  2. El indígena es pobre y resiste, claro, por eso Marta Elena Casaús siendo miembro distinguida de la oligarquía, sigue teniendo audiencia. Independientemente de la calidad académica de sus trabajos, a ella le reconocen su calidad de redimida de los “malvados criollos” y por lo tanto que asevere que la sociedad, (a la que ella poco o nada pertenece) es racista, entonces hay que creerle.
  3. El indígena merece trato preferencial y cuotas. La incapacidad no importa, y todo señalamiento será siempre calificado de racismo.

Pero el error que se reproduce en la cabeza de los intelectuales de izquierda, es que identidad y movilidad social son dos categorías que están en constante transformación. De ahí que no reconozcan la existencia de cientos de miles que ya no desean ser reconocidos como indígenas y asumen una identidad diferente.

Resulta mucho más beneficioso asumir que hay un enemigo siempre al acecho, el racista malvado, el enemigo de clase de antes ahora es el de raza y cultura. Eso, seguramente, es más redituable vende más y obtiene más aplausos en ferias y simposios.

Etiquetas: racismo
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