Francisco Jiménez huye, sin más ni más

Por Julio Abdel Aziz Valdez

Imaginen ustedes esta escena: un almacén resguardado por un guardia de seguridad, con arma al cinto, cámaras de seguridad por todos lados, con las llaves en la mano, de repente anuncia que unos ladrones han entrado y se han robado todo, las cámaras se apagaron, no hubo cerraduras forzadas y el guarda en cuestión tiene el arma, con todas las balas sin percutar, en su cinto. Claro, se ha producido un robo y por un instante todos los policías se centran en capturar a los ladrones y tratar de recuperar lo robado, el guardia se muestra angustiado e intenta explicar que los ladrones lo sorprendieron, y bueno el igualmente esta molesto porque su entrenamiento igual no sirvió de nada. Los jefes del guardia, fruncen el ceño, saben que esta versión no cuadra con lo visto en el almacén.

Misteriosamente unos días después, comienza a recuperarse lo robado, poco por cierto, y, sus jefes deciden mantener al guardia en su puesto de trabajo el guardia, a pesar de que los dueños del almacén. Las pérdidas no son absorbidas por la empresa de seguridad, pero dicen: “vamos a nombrar a otro guardia, uno mejor, mas idóneo, y mientras lo conseguimos mantendremos al anterior”.

“¿Qué? preguntan los dueños del almacén, ¿no es claro acaso que ese guardia tiene algo que ver con el robo? Y si no es culpable del robo en sí, al menos de su ineptitud para enfrentar a los ladrones”.

Cuando finalmente la empresa consigue a un nuevo guardia, de repente el anterior desaparece. Es más, se le ha pagado su salario y sus jefes cubren su huida diciendo que no tienen idea acerca de dónde está, pero que igual no hay problema porque hay un nuevo guardia mejor que el anterior. ¿Qué pensarías tu de ser el dueño del almacén?

Estimado amigo y amiga, acabamos de ver a plena luz del día, no solo la huida de peligrosos terroristas, de la destrucción completa del sistema penitenciario, sino como este gobierno ayudó a que el responsable huyera y con eso aceptase su culpabilidad.

Sé que en este momento este nefasto gobierno dirá: no creemos en el sistema de justicia ni en el MP, por lo que mantener al ministro sin cartera acá hubiera sido condenarlo. Pero el problema aún mayor es que sin que haya mediado una investigación el señor simplemente se desvaneció y se ha unido al grupo de los “exiliados” que huyen de la corrupción del sistema de justicia, cuando en realidad huyen de las consecuencias de sus propios actos.

Me pregunto, en el ejemplo alegórico que presenté al inicio, ¿ustedes contratarían de nuevo a esa empresa de seguridad? Y la respuesta es no, por dos razones, primero por no supervisar a su guardia sino porque existen los suficientes indicios de que son cómplices de los ladrones.

Arévalo acaba de ser acreedor de otra acusación, la de omisión de denuncia contra su propio ministro, y al hacerlo, su complicidad se convierte en perversa, porque no solo juega con el dinero de todos sino ahora con la integridad y la vida de quienes lo mantenemos a él y a todo su gobierno.